martes, 20 de marzo de 2007

Crónica salmantina

Bueno, si no se me vuelve a ir la luz, paso a hacer una breve crónica de lo acontecido en mi vida el último fin de semana.

La cosa comenzó a las 20:15 del viernes, cuando me recogió el ilustrísimo Delegado General de la Delegación de Estudiantes de la Facultad de Económicas de la Universidad de Alcalá de Henares (también conocida como Universidad del Henares o Universidad Autónoma de Alcalá). Además, también venía el ilustrísimo Coordinador de Actividades Lúdicas de la Delegación de Estudiantes de la Facultad de Económicas de la Universidad de Alcalá de Henares y becario del Centro Internacional de Formación Financiera. Aunque, para abreviar, el resto de la crónica voy a llamarlos JoséMi y Álvaro, respectivamente.

Tras tres horas de viaje en coche, con autobuses adelantadores, relatos y confesiones escabrosas, y cánticos varios, los tres delegados más frikis de todos los tiempos se plantaron en Salamanca. Después de las oportunas presentaciones, llegó el turno de la cena: surtido de embutidos (jamón, chorizo, queso), huevos fritos con patatas y jamón, y helado. Además de la deliciosa comida, tuvimos una amena conversación. Aunque JoséMi y Álvaro ya conocían a la mayor parte de la gente, yo entré en ese momento en proceso de adaptación (a algunas personas no se las conoce, sólo te adaptas a su presencia, y si no que se lo digan a la camarera), y fue un rato verdaderamente agradable.

He de comentar que aunque nuestra estancia iba en régimen de pensión completa, la Cafetería-Restaurante Gran Vía (donde desayunamos - comimos - cenamos), no estaba exáctamente dentro del Hotel-Residencia Gran Vía, sino al lado, así que tocaba salir a la calle para ir de un lado a otro. Volviendo al relato, JoséMi, Álvaro y yo fuimos a nuestras habitaciones al acabar la cena. Como JoséMi conocía a más gente, él compartió cuarto con otro compañero delegado, mientras que Álvaro y yo nos enfrentamos a la primera dificultad de la noche: la habitación 308. La habitación 308 ya tenía otros huespedes, unas pelusas del tamaño de perros. Además, la única ventana daba a una especie de mini patio interior por el que corrían los desagües, y la cisterna no funcionaba. Fuimos a quejarnos, y se nos plantearon dos opciones: o que nos limpiaran la 308 (y arreglaran la cisterna), o la 406. al ver las goteras de la 406, y la rasca que hacía, decidimos que la 308 no estaba tan mal. Además, las pelusas eran simpáticas, y hacían compañía (importante, porque como después comprobaríamos, tampoco teníamos tele)

Tras descubir que la verdadera razón por la que JoséMi había decidido dormir en la habitación de un no-compañero era para no acercarse a la 308 (bueno, no puedo afirmar eso a ciancia cierta, pero estoy seguro que de haberlo sabido, no hubiera querido dormir ahí), nos lanzamos de cabeza a la noche salmantina. No quiero entrar en muchos detalles, tan solo decir que la cosa empezó a la 1:00 y acabó a las 7:30. He de reconocer que mucha gente se sorprendió, yo el primero, de que fuera capaz de aguantar tanto, sobre todo tras el amago de rendición a eso de las 3:30, pero aunque la música latina, el flamenco, y el reggeaton lo intentaron, al final ninguno pudo conmigo. A las 7:30 a la cama. Y a las 9:00 en pie, que comenzaba lo duro.

A las 10:30 comenzaba la jornada, en la Facultad de Ciencias Económicas de Salamanca. He de reconocer que nada más ver el edificio, me sentí avergonzado de mi propia universidad. El tamaño del edificio era impresionante, y su modernidad, su limpieza, sus sillas, dejaban en evidencia a las de mi propia facultad. Incluso la delegación de alumnos estaba mejor indicada, con pegatinas en el suelo y todo, y mucho mejor abastecida en alcohol, Coca-Cola y bocadillos de mortadela y de chorizo.

Tras una breve charla con el decano, pasamos a una interesante exposición acerca de los créditos ECTS, y tras ella pasamos al grueso del tema, al motivo del viaje, a la reunión. Y aunque en dicha reunión también me avergoncé un poco de mi universidad de origen (al comparar los ciento y pico delegados de la Facultad de Económicas de Salamanca, frente a la escasa veintena que somos en Alcalá), esta vergüenza no fue nada compararada con el orgullo que sentía al escuchar a JoséMi y su piquito de oro, poniendo a todo el mundo en su sitio, y demostrando que de todo el mundo se puede aprender algo, y que más vale calidad que cantidad. Y él, calidad, tiene un rato.

A las 14:00 del sábado fue necesario realizar un receso (traducción: o nos íbamos o nos encerraban dentro), y volvimos al hotel. Álvaro y yo, al llegar de los primeros, aprovechamos para explorar un poco el terreno, ver si los mapas que me había hecho el jueves con la ubicación de las tiendas de cómics habían servido de algo, y localizar un Carrefour en el que comprar una botella de agua y provisiones varias.

A las 14:45, a comer: paella, cinta de lomo con patatas y la mejor tarta de queso que he probado en mi vida. Y de postre, para mantenerme en pie, un café solo doble con dos azucarillos, y a las 16:00, de nuevo a reunirse. Tras una reunión más intensa, aunque en un ambiente mucho menos tenso, que la de la mañana, por fin tuvimos nuestro momento libre en horario comercial. Se que las partes oficiales las estoy resumiendo mucho, pero creo que este no es el lugar ni la forma de desvelar lo que ocurrió allí. Baste decir que los allí presentes fueron unos profesionales como la copa de un pino en los momentos necesarios.

Al acabar la antes mencionada reunión, a eso de las 19:00, decidí ir a la única tienda de cómics que había podido localizar en mi exploración de las 14:00. No fui solo, pues JoséMi decidió acompañarme. También, para mi sorpresa, al comentar mis planes, Fernando, el secretario de la AEALCEE (a todo esto, ¿he dicho ya que esto era una asamblea de la AEALCEE?) y representante de la Universidad Carlos III de Madrid pidió acompañarnos.

Antes de llegar a la susodicha tienda de cómics, pasamos por unos recreativos, y he de reconocer que tanto Fernando como yo fuimos derrotados y humillados por un JoséMi crecido en la maquinita de los discos (seguro que tiene nombre, pero yo llamo así a la máquina en la que hay que meter un disco en la portería contraria emujandolo con una especie de seta). Tras esto, fuimos a la tienda de cómics, Shogun Salamanca. He de reconocer que lo primero que me sorprendió de dicha tienda fue el acceso, sin escalón antes de la puerta, y con una larga rampa para acceso a minusválidos, con una pendiente muy poco pronunciada. Mira que he estado en tiendas de cómics, no sólo madrileñas, sino de Barcelona también,pero jamás había visto algo así. Me pareció todo un detallazo. Lo cierto es que se trataba de una tienda grande, luminosa, muy amplia, aunque con el espacio mal aprovechado y escaso depósito de cómics antiguos (también es cierto que esto le daba al cliente mayor movilidad). Cayeron cuatro cómics (lo cual me lleva a recordaros la lista de sugerencias de la derecha, que aunque poco a poco y muy de vez en cuando, se va ampliando) y, sorprendentdemente, no fui el que más gastó de los tres delegados (me cayaré quién fue, y en qué se gastó lo que se gastó).

De vuelta al hotel, nos reunimos con Álvaro (que había estado durmiendo desde que nos fueramos a las 19:00) y con el resto de los dormilones, así como con los que habían optado por un turismo más clásico por la ciudad de Salamanca.

A las 22:00 tocó una deliciosa cena, una ensalada de cogollos de Tudela, con queso fresco, salmón, anchoas, tomates cherry, cebolla y salmón, un platito de jamoncito del bueno, y un señor entrecot con patatas. La cena concluyó con un helado de turrón al jarabe de café sobre cuenco de galleta, y de nuevo de marcha. La marcha del sábado, que comenzó a las 0:00 fue mucho más intensa que la del día anterior. Bailamos TODOS en un escenario, y tuve una muy interesante charla con JoséMi sobre la finalidad de la noche, que me llevó a plantearme muchas cosas, lo cual hizo de la noche una muy fructífera velada.

Esta vez me recogí mucho más pronto, a las 5:30, ya que al día siguiente Álvaro y yo teníamos que hacer las compras de última hora. Ranitas, camisetas y hornazo para la familia, un poco de turismo rápido para nosotros, y la visión de que el hornazo también se puede deayunar (por amor de Diox, ¿dónde meten l@s salmantin@s todo lo que se meten entre pecho y espalda?) desde las 10:00 a las 11:00. Y tras esto, las siempre amargas despedidas, y la promesa de que pronto, muy pronto, habrá más buenos momentos como los de este mágico fin de semana.

Me dejo en el tintero varias cosas, como la dueña del hotel, la enfermera borracha, o el Open Your Heart de Crush 40 (una de mis canciones preferidas, que apareció en el momento y el lugar que menos me hubiera imaginado). Pero a grandes rasgos, tras las tres horas de rigor de vuelta a Alcalá (a las 16:00, más o menos), esto fue todo. Quedan para el recuerdo muchos momentos buenos, muchas lecciones aprendidas, y muchas ganas de repetirlo.

P.D. JoséMi, gracias de nuevo por llevarme.

5 comentarios:

Guzmanear dijo...

Jo que panza de letras.
Lo de, los tres delegados más frikis de todos los tiempos, seria discutible que en mis tiempos como delegado de la facultad de economicas de la universidad de Alcala ya habia algunos mu frikis.

Ulex dijo...

Como dijo el Joker "un chiste que hay que explicar no es un chiste", así que me niego a explicarlo.

Sólo decir que la frase es perfecta tal cuál está, con todo lo que lleva detrás.

Anónimo dijo...

Por lo q nos cuentas ha sido un finde completito en Salamanca ^^
weno a mi q m has traido :P ???es bromaaa,jejejejeje yo cuando fui a salamanca traje ranitas hasta pa el frutero!esq son tan monas y simbólicas...
a ver si repites mas viajecitos de estos y t lo pasas tan tan tan bien!!
fiesterooooooooooooooo, q t nos has welto un fiesteroooooooooooooo!!!
un besito grande!!!
muaaaa!

Anónimo dijo...

Ha sido un viaje que te ha venido genial, de esos para desconectar de la rutina y hacer cosas menos frikis, jejeje(un beso), me alegro mucho por ti.
Lo del helado de turron no me lo contaste(Que bueno), ni las comidas tan deliciosas del segundo dia.
A ver si al final, te vas a hacer fiestero y vas a abandonar internet y todas esas cosas...
Un beso muy grande niño,
Ya sabes como desees, hablamos!

Anónimo dijo...

Alex...te quiero nano..desde una nueva AEALCEE en Córdoba te mando un fuerte abrazo ya que eres un tío cojonudo y con tu relato, releido una vez más (y van...) me ha hecho recordar momentos cojonudos

Un abrazo mío y de Fernando